miércoles, 6 de abril de 2016

El Cuentacuentos (318): Una calurosa noche

Era una calurosa noche, los mosquitos y las mosquitas zumbaban en el bosque alegremente y producían su música habitual. El hambre comenzaba ha hacer sus efectos y la transparencia de sus abdomenes se hacía evidente.
Vieron una luz y hacia ella acudieron como moscas a la miel. La estancia era amplia, con grandes ventanales, decoración sobria y un fuego bajo muy agradable para los días de invierno; si la comida era abundante sería un buen lugar para vivir, pensaron.
A la presa la detectaron al fondo, tumbado en un sofá y en la situación que más les gustaba a ellos, desprevenidos, dormidos. El ataque fue fulgurante, sin concesión alguna para su víctima. Primero un grupo y luego otro. Pero en cada ataque, nuestros amigos, no conseguían disfrutar del maravilloso, sabroso y colorado líquido de la vida. Sus trompas terminaban destrozadas e inservibles. Hasta que el mosquito más espabilado consiguió leer en un pequeño cartel que colgaba de un brazo, Pinocho.

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