19 de JUNIO de 2015
Ya vuelven los buitres, ya se
acercan a merodear y a rebuscar entre la carroña. Los de siempre se
saltan la soberanía del pueblo y se meten en habitaciones cerradas a
cal y canto. Sin rendir cuentas a nadie. Como lo hace quien trama
algo, como los depredadores, con sigilo y en silencio. En Europa se
negocia un tratado de libre comercio con EEUU. Es el momento de que
quienes ya ganaban mucho, ahora ganen más todavía. Aquéllos a
quienes no les importa el bienestar del pueblo ni del propio planeta.
Sólo piensan en sus resultados económicos. Están buscando la
manera de ahorrarse un dineral en el intercambio comercial entre
ambas zonas. Por el camino quieren dejar de lado incluso las leyes
nacionales e internacionales. Pretenden someterse a la única ley del
capitalismo y rendir cuentas ante tribunales sintéticos, creados
para dar amparo a sus negocios.
Ya comienzan a
tomar forma las decisiones del llamado grupo de Bilderberg. Un nuevo
orden mundial en el que el poder estará por encima de los estados y
su legislación. Ya no tendrán que amoldarse a los cambios
políticos en los diferentes países. Están sentando las bases para
hacerse con el control mundial a través de la economía. No es de
extrañar la situación generada en Ucrania o en Grecia. Por un lado
se lanzan mensajes de indiferencia hacia el país heleno, pero por
otro no quieren que se acerque a Rusia. Cualquier país, por pequeño
y arruinado que esté, es bienvenido a la hora de engordar sus arcas.
El TTIP es un
tratado opaco y confidencial, del que no se sabrá nada hasta que
esté cerrado y firmado. Nadie nos consultará ni nadie hará un
referéndum para que sea aprobado o no. Eso dice mucho de las
pretensiones de quienes lo están llevando a cabo. Está en juego
nuestra propia salud. Las normas alimenticias europeas serán
anuladas para poder dar entrada a productos tras-génicos americanos
y con tratamientos hasta ahora prohibidos en la CEE. Todo vale a la
hora de enriquecerse. Es el negocio perfecto. Los que ahora están en
la cumbre, se desharán de la competencia e impondrán sus precios y
condiciones. Es como si el jugador de Poker pudiese cambiar las
cartas del contrario a conveniencia. Los grandes capitales quieren
estar a salvo de crisis económicas. Ellos decidirán qué se produce
en cada país y dónde se abren o se cierran empresas, según sea la
demanda mundial. Economía a la carta. Nos esperan tiempos difíciles
y espero que entre todos seamos capaces de tumbar este malévolo
proyecto.
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