A
mediados de Enero el mundo occidental se vio conmocionado tras la
salvaje irrupción y asesinato, por parte de jihadistas islámicos,
de 14 personas en la redacción del semanario francés Charlie Hebdo.
Una muestra más de la sinrazón del fanatismo religioso llevado al
extremo. Esta corriente islamista no es capaz de diferenciar o
separar sus profundas creencias de la vida social. Pretenden que todo
el mundo viva y se desarrolle conforme a su fe musulmana, sin darse
cuenta que es posible formar parte de la sociedad sin tener que
abandonar su religión.
En todos los conflictos, guerras y sobre todo en las dictaduras, las plumas siempre han sido perseguidas y sus trazos silenciosos han sido aplastados, sometidos y acallados. Si tan peligrosas son estas pinceladas ¿por qué a los niños no les enseñan a leer y a escribir en vez de adiestrarles en el arte de la guerra y colocarles un arma en sus manos? Me imagino un supuesto estado islámico en el que existiría una libre circulación de armas y por el contrario, no habría sitio para la crítica o la sátira.
Ya han cesado los disparos. El olor del papel impreso ha sido sustituido por el de la pólvora y la sangre, el olor de la barbarie. Ahora llegan las reacciones de los políticos. Algunos ven una oportunidad para implantar ciertas medidas que no serían aceptadas de la misma forma de no estar el terror de por medio. Tras el 11S en EEUU se establecieron una serie de controles con la finalidad de blindarse ante estos ataques. Cada vez que se refuerza la seguridad colectiva, se pierde la libertad individual. Se pretenden controlar nuestras conversaciones privadas y nuestros movimientos, todo por el bien común. El peligro radica en el uso que se haga con esa información. Tienen la escusa perfecta para avanzar en su objetivo de controlar a la humanidad. En el momento que sepan qué pensamos, qué deseamos y a dónde vamos, podrán manipularnos. Es la misma táctica de mercado utilizado por las empresas para vendernos sus productos, aplicada a la sociedad para ser moldeada.
Dentro
de las reacciones de los políticos, cabe destacar cómo el
presidente del gobierno defendía la libertad de expresión por
encima de todo. Paradójicamente su gobierno ha aprobado la ley
mordaza, ha reprimido todo tipo de manifestaciones, ha endurecido las
sanciones para quien lo hace e incluso para quien se resiste
pacíficamente. Un gobierno cuyo partido maneja las televisiones
públicas allí donde gobierna y no permite ni deja hueco a nadie
contrario a sus ideas. Un gobierno que se queja que medios privados
ceden minutos a partidos no afines. Un gobierno que quiere controlar
los contenidos que circulan por internet.¿Es ésto libertad de
expresión?. No, ésto es algo más que cinismo o hipocresía. Ésto
es jihad hispánica...
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