miércoles, 20 de noviembre de 2013

Crónica W (061): "Prestige"


15 de NOVIEMBRE de 2013

Otra semana más nos hemos visto sorprendidos por otra decisión judicial, de esas que por más que sigamos sufriéndolas, jamás nos acostumbraremos a ellas. Once años han pasado de la mayor tragedia sufrida en las costas gallegas por un vertido de chapapote. Todos tenemos en nuestra memoria el trabajo de numerosos voluntarios, que lograron limpiar las zonas afectadas con sus propias manos, incluso con sus propias herramientas. Después de aquel esfuerzo titánico y de aquella tragedia, parece ser que el paso del tiempo ha conseguido ir diluyendo la magnitud del desastre, como ocurre con todos los juicios en los que se ven involucrados nuestros queridos políticos. Poco a poco desaparece el recuerdo de lo ocurrido, y de lo que queda, ya nos lo iremos comiendo poco a poco en forma de mejillón o de anchoa del cantábrico, pero aquí no pasa nada. Nadie es culpable de nada, ni de poseer un barco en malas condiciones, ni de decidir esparcir el vertido por todo el cantábrico y las costas de Galicia y Portugal… aquí nadie es culpable… Hay que recordar que en una sima a 3500m. de profundidad se oculta una bomba de relojería, que contiene 50000 toneladas de chapapote que va dejando escapar poco a poco, para que así vallamos recibiendo nuestra dosis de veneno lentamente, sin enterarnos, como les gusta a ellos…pero aquí nadie es culpable… Otra vez esa justicia infame que obedece a los designios de los políticos y que tantas veces ya ha sido corregida desde Estrasburgo o en juzgados internacionales, como el de los derechos humanos y los juicios referentes a torturas, días de incomunicación de detenidos, brutalidad policial…Algo no es justo porque lo diga un juez. Algo es justo cuando los afectados sienten que se ha hecho justicia y los causantes, aunque no lo digan, por dentro entiendan que el daño ha sido reparado y tengan claro que es algo que no volverían a repetir. La justicia es tan ambigua, que las leyes creadas pos nuestros dirigentes, dejan un abanico tan amplio de posibilidades, que la interpretación que hacen los jueces de ellas es abusiva en los casos en los que nos afecta a la plebe y demasiado permisiva cuando se trata de juzgar a los poderosos…y aquí sigue sin haber culpables. Después de quedar todos absueltos y condenar al seguro del armador del barco a una indemnización irrisoria, las costas gallegas van a ser muy rentables a la hora de ir a tirar la basura que les sobra a estos especuladores del mar, eso si, con el beneplácito de nuestros políticos. Esos que acuden con caras mustias cuando sucede la catástrofe, y después en la retaguardia llaman por teléfono a la compañía energética de turno para tranquilizarla. Para limpiar ya está el populacho y también será el dinero del populacho el que lo pague todo... y aquí sigue sin pasar nada…

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